lunes, 27 de abril de 2020

Del 22 al 24 de junio de 2018. Quito y Mindo.

¿Qué mejor forma para celebrar la cincuentena que un singular viaje por Ecuador con mi hijo adolescente y mi hermano enamorado de sudamérica?

Dani y Yago en Barajas.

Una semana antes de que Yago y yo partiésemos rumbo a Quito ya había hecho lo propio Miguelito en dirección a Cali para encontrarse con viej@s amig@s y, así, prepararse lo que sería la continuación de su periplo por tierras colombianas cuando nosotros volviésemos hacia España.

No le resultó especialmente fácil cruzar la frontera hacia Ecuador debido a la crisis que en aquellos momentos vivía Venezuela y que estaba provocando una avalancha de inmigrantes hacia los países vecinos.

A pesar de las circunstancias esperábamos poder reencontrarnos, tal y como habíamos acordado, en el aeropuerto de Quito.

Tras el largo viaje transoceánico llegamos a nuestra cita en Quito y, sí, allí estaba mi hermano recién llegado de su peripecia colombiana.

El hecho de contar con un presupuesto limitado provocó que tuviésemos que renunciar a la reserva del vehículo de alquiler que habíamos hecho, ya que al llegar a la oficina del aeropuerto el coste del mismo ascendía al doble de lo presupuestado, por lo que tuvimos que tomar un taxi para dirigirnos a la ciudad, al entorno del antiguo aeropuerto, donde se encontraban la gran mayoría de empresas de alquiler de coches para intentar conseguir un vehículo que se ciñera más al presupuesto original.

Tras estudiar un par de posibilidades y negociar un rato con la empleada venezolana que nos atendió ya teníamos el que iba a ser nuestro principal medio de transporte por tierras ecuatorianas.

Tres en la carretera

Rumbo a Mindo, ese maravilloso destino naturalista, pero antes había que superar el caótico y bullicioso tráfico de Quito y la vertiginosa forma nativa de entender la circulación por sus peculiares carreteras.

Impresionantes los verdes y verticales valles por los que discurría nuestro camino, una buena carretera en la que, si no prestabas toda la atención, podías morir engullido por un socavón.

Llegando a Mindo contactamos con la que sería nuestra guía las dos siguientes jornadas, la muy competente Sandy M. Patiño, para que nos recomendase algún alojamiento de su confianza, cosa que hizo con suma diligencia, aunque acabamos en el hostel contiguo por encontrarse lleno el que ella nos había aconsejado. No obstante hay que decir que el Mindo Ananaw Hostel es un lugar tranquilo, limpio y muy recomendable.

Reponiendo fuerzas tras el laaaaargo viaje.

Comer, brindar por tan estupendo inicio de viaje e instalarnos en nuestro flamante alojamiento para descansar tras los miles de kilómetros recorridos.

Una siesta reparadora, una ducha reconfortante, un paseo por el pueblo para contextualizar, nuestras primeras fotos a los pajaritos, un entorno exuberante y amable, el placer de ser acogidos tan cordialmente por un país tan diferente al nuestro.

Furnarius cinnamomeus (hornero del Pacífico), Mindo.

El primero que se dignó a posar para nosotros fue este simpático, y un tanto marcial, hornero del Pacífico, garrapata incluida.


En esta primera jornada poco más hicimos, la fatiga y el saber que al día siguiente teníamos que levantarnos antes del amanecer contribuyeron seriamente a nuestra laxitud.

Bien descansados acudimos a la cita con Sandy. La consigna era sencilla, ver y fotografiar la mayor cantidad de aves posibles, e inmediatamente nos pusimos a ello en el entorno de Mindo.

La primera joya no tardó en aparecer, el momoto yerubá occidental.

Baryphthengus martii (momoto yerubá occidental), Mindo.

Tampoco se demoró en exceso otra de las maravillas del lugar, el quetzal crestado, primero una hermosa hembra y más tarde..., 

Pharomachrus antisianus, hembra (quetzal crestado), Mindo.

... ya en otro lugar, un precioso macho.

Pharomachrus antisianus, macho (quetzal crestado), Mindo.

Era un auténtico gozo, mirar y ver preciosas aves, exuberantes plantas, aromáticas flores. Ahora un trogón acollarado...

Trogon collaris (trogón acollarado), MIndo

...y en el cielo, mientras tanto, un elanio tijereta...

Elanoides forficatus (elanio tijereta), Mindo.

...se las tenía con un busardo azoreño.

Elanoides forficatus y Leucopternis princeps (busardo azoreño), Mindo.

Un festival alado en toda regla al que aun faltaban muchos invitados por sumarse, como el tucanete culirrojo...

Aulacorhynchus haematopygus (tucanete culirrojo), Mindo.

o el cacique dorsirrufo...,


Psarocolius angustifrons (cacique dorsirrufo), Mindo.

... o los loritos carirrosados que tanto me costaron de localizar...,

Pyrilia pulchra (lorito carirrosado), Mindo.

... o el carpintero olivaceo que vino a compartir el almuerzo con nosotros.

Colaptes rubiginosus (carpintero oliváceo), Mindo.

Y de repente, como para demostrarnos que también habían mamíferos por allí, apareció una ardilla de cola roja.

Notosciurus grantensis (ardilla de cola roja), Mindo.

Aunque para espectacularidad, belleza y colorido..., los increíbles colibríes.

Amazilia tzacatl (amazilia de cara rufa), Mindo.

Colibri cyanotus (colibrí verdemar), Mindo.

Florisuga mellivora (Colibrí nuquiblanco), Mindo.

Amazilia franciae (amazilia andina), Mindo.
Una jornada intensa y enriquecedora en la que nos zambullimos de lleno en la espectacular biodiversidad ecuatoriana.

Si quieres ver alguna foto más de este día, ya sabes, pulsa aquí.

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