Sí, eran mucho kilómetros, pero desde el primer día habíamos hecho nuestro ese dicho local "la prisa mata, amigo", así que, armados de buen humor y la enorme felicidad acumulada a lo largo de todo nuestro viaje, salimos de Ouarzazate en dirección a Oukaimeden. Seguro que algunos bimbos nos estaban esperando.
El viaje resultó más amable de lo que habíamos previsto y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábabamos dejando la N9 y acercándonos al valle de Ourika.
Los tan esquivos hasta entonces colirrojos diademados parecían querer reírse de nosotras apareciendo esporádicamente a ambos lados de la carretera, siempre resulta muy agradable verlos, pero no podíamos detenernos ante lo que aun nos faltaba por recorrer.
La subida a Oukaimeden resulto muy laaaarga (era una de esas carreteras que te hacen recordar la infancia y aquella cancioncilla de "sube que sube, sube y verás, sube al desván de la fantasía..."), con más tránsito del que esperábamos, pero muy interesante tanto por los paisajes como por las gentes con las que nos cruzamos.
Pyrrhochorax graculus (chova piquigualda), Oukaimeden. |
¡Sorpresa! Nada más pasar el cartel que nos anunciaba que ya habíamos llegado a nuestro destino, una chova piquigualda a modo de comité de bienvenida (o de supervisora de los aparcacoches que nos estaban esperando) nos saludó atentamente desde los cables. Mi primer bimbo de la jornada.
Pyrrhochorax graculus (chova piquigualda), Oukaimeden. |
Tras pagar el boleto de aparcamiento seguimos unos metros por la carretera hasta localizar las primeras columnas del primer telesilla, referencia que teníamos para intentar localizar al camachuelo alirrojo. Aparcamos y empezamos a ascender paralelos a los cables sin perderlos de vista, de repente dos pajaretes se posaron en ellos, prismáticos a los ojos y a disfrutar de una preciosa hembra de la especie que íbamos buscando, el camachuelo alirrojo.
Rhodopechys sanguineus (camachuelo alirrojo), Oukaimeden. |
Caramba, esto es llegar y triunfar, estuvimos buscando con el telescopio por los alrededores durante un buen rato, pero ya no pudimos ver ningún ejemplar más.
Rhodopechys sanguineus (camachuelo alirrojo), Oukaimeden. |
Tras este prometedor inicio volvimos de nuevo al coche con la intención de seguir subiendo, pero apenas recorridos cuatrocientos metros llegamos al siguiente telesilla donde la carretera quedaba cortada. En este punto se había congregado todo el gentío que pretendía disfrutar en las pistas, demasiada algarabía para nuestro gusto por lo que dejamos la carretera por una senda que cruzaba el barranco y seguimos ascendiendo, cargadas con nuestros equipos, a la búsqueda de más pajaretes.
Pajareando por Oukaimeden. |
De repente, tras un montículo de nieve, se levantó un pequeño bando de pequeñas aves marrones, ¿serían más camachuelos?. Prismáticos en ristre y a buscar. Un grupito de pardillos comunes que también parecían disfrutar de las laderas nevadas.
Eremophila alpestris (alondra cornuda), Oukaimeden. |
Y precisamente en la nieve fue donde localizamos la nuestra primera alondra cornuda, como siempre fue el movimiento el que delató su posición, preciosas con su peculiar tocado, persiguiendo larvas entre las piedras, la vegetación y la nieve.
Eremophila alpestris (alondra cornuda), Oukaimeden. |
La tercera primicia en menos de una hora, que gustazo. Poco a poco fuimos aproximándonos a ellas, o ellas a nosotras que eso nunca se sabe, pudiendo disfrutarlas a placer.
Eremophila alpestris (alondra cornuda), Oukaimeden. |
De vuelta al aparcamiento, sorteando las más variopintas mercancías de los vendedores cazaturistas, para coger el coche e intentar encontrar algún otro espacio donde comer tranquilamente y seguir pajareando lejos del bullicio de las pistas. Camino del pueblo, en la cuneta, un mirlo capiblanco rebuscaba entre las piedrecillas, nos detuvimos y el nos ignoró siguiendo a lo suyo permitiéndonos hacerle alguna instantánea.
Turdus viscivorus (zorzal charlo), Oukaimeden. |
Al llegar al casco urbano tomamos la primera calle que giraba hacia la izquierda ascendiendo por la vaguada hasta un mirador, se oía el canto de lo pájaros a un lado y otro de la pista, por arriba nos sobrevolaba un bando de más de treinta chovas piquigualdas, en una roca un collalba negra desarrollaba sus lances de caza y junto al arroyo más pardillos y alondras cornudas disfrutaban de la tranquilidad de aquel rincón.
Oenanthe leucura (collalba negra), Oukaimeden. |
Menudo gusto comer sentados en la hierba tomando el sol y disfrutando del amable canto de las aves.
Pyrrhocorax pyrrhocorax (chova piquirroja), Oukaimeden. |
Tras el ágape decidimos acercarnos al pequeño embalse que vimos en la entrada de Oukaimeden. Apostados desde una pista anduvimos oteando con los prismáticos durante un buen rato sin encontrar ni sola especie ni en sus orillas ni en la lámina de agua. Por fortuna para nosotras un bando de chovas piquigualdas decidió que aquel prado donde nos encontrábamos era el lugar ideal para solazarse, situación que aprovechamos con auténtico placer.
Pyrrhocorax pyrrhocorax (chova piquirroja), Oukaimeden. |
No tardamos mucho en decidir marcharnos, teníamos intención de bajar hasta el valle y remontar por el Ourika para intentar localizar al pito de Levaillant, además luego aun nos quedaba un buen rato hasta Marrakech y además aun debíamos localizar el que iba a ser nuestro último alojamiento por tierras marroquíes.
Pyrrhocorax pyrrhocorax (chova piquirroja), Oukaimeden. |
Anduvimos un buen rato por la orilla del Ourika, mirando y remirando con el telescopio, pero ni rastro del pito, aunque si conseguimos las observaciones de chochín, mirlo común, carbonero común, petirrojo europeo y pinzón vulgar. Empezaba a oscurecer en aquel precioso valle en el que nos hubiese gustado permanecer más tiempo, seguramente volveremos.
Os adjunto el maps con las localizaciones de nuestros avistamientos por estas tierras. Con el icono amarillo las ubicaciones de esta jornada.
Y ya sabes, si quieres echar un vistazo a alguna foto más de esta jornada pincha aquí.
¡Hasta la próxima!
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