viernes, 10 de abril de 2020

10 de enero de 2020, Valle de Asni, Marruecos.

Tras la extraordinaria experiencia que habíamos disfrutado en nuestro viaje a Perú teníamos, Teresa y yo, muchas ganas de hacer un viaje más ornitológico, pero no tan radical como los que habíamos compartido en alguna ocasión con las compañeras de la S.A.O., Sociedad Albacetense de Ornitología, las llamadas por nuestro querido Manolo Salas expediciones de "pajareo extremo". Buscábamos algo amable, sin prisas, sin la exigencia de ver, sí o sí, todas las especies objetivo, un viaje para descansar, relajarnos y disfrutar plenamente de todo lo nos fuera surgiendo.


Ciconia ciconia (cigüeña blanca), Tahnaout.

Así que, con el pleno convencimiento de que nuestro viaje iba a resultar absolutamente placentero, afrontamos el hecho de haber perdido la reserva del apartamento que teníamos para la primera noche en Marrakech ante la ausencia absoluta de noticias de nuestra anfitriona. Calma, paz y amor, en el peor de los casos tendríamos que buscar alojamiento a la llegada, aunque ya habíamos informado a la agencia del incidente y nos aseguraban que intentarían darnos una solución.


Ciconia ciconia (cigüeña blanca), Tahnaout.

Mientras gestionábamos el asunto del alojamiento observamos en la pantalla del aeropuerto que, oh sorpresa, nuestro vuelo se retrasaba al menos una hora, por lo que el vehículo de alquiler que habíamos contratado también empezaba a peligrar, ya que la oficina cerraba a las diez de la noche y ya iban a hacer el esfuerzo de esperarnos hasta la hora prevista de llegada que eran las once, glups. 


Pycnonotus barbatus (bulbul naranjero), Tahnaout.

La reflexión era clara, estando juntos que más nos daba llegar otro país más allá de la medianoche sin vehículo, ni alojamiento, ni tarjeta de datos..., optimistas que somos.


Pycnonotus barbatus (bulbul naranjero), Valle de Asni.

Y así fue, tras recoger el equipaje facturado el reloj marcaba más de las doce y media de la noche, aunque apenas salíamos hacia el hall del flamante aeropuerto de Menara ya habíamos resuelto la necesidad de una tarjeta de teléfono local, con lo que pudimos contactar con la agencia con la que habíamos buscado el alojamiento que nos ofrecía una solución parcial, nos pagaban un hotel que nosotras nos buscásemos, propuesta que, dadas las circunstancias, no nos pareció nada mal.


Passer domesticus (gorrión común), Valle de Asni.

Evidentemente no había ni rastro de nadie de la compañía de alquiler de vehículos con la que habíamos contratado nuestro coche, así que no tocaba tomar un taxi y confiar en que el conductor nos buscase un hotel decente donde pasar esta primera noche.


Sylvia melanocephala (curruca cabecinegra), Valle de Asni.

Todo fue bien, Marruecos ha cambiado sustancialmente en los últimos veinte años, nada que ver con nuestras experiencias anteriores en el vecino país, gente amable, diligente, con muchas ganas de agradar, actitudes completamente alejadas del antiguo afán de liar o embaucar a los extranjeros. 

Sylvia melanocephala (curruca cabecinegra), Valle de Asni.

Cansadas, pero muy contentas por haber superado satisfactoriamente los incidentes iniciales, nos dispusimos a disfrutar de una tremenda cama king size.


Saxicola rubicola (tarabilla europea), Valle de Asni.

La mañana nos saludaba radiante invitándonos a disfrutar de nuestras vacaciones. Ducha, delicioso desayuno, casa de cambio, taxi y de nuevo al aeropuerto a recoger el vehículo con el que íbamos a recorrer una buena parte de Marruecos.


Saxicola rubicola (tarabilla europea), Valle de Asni.

Sin más problemas iniciábamos, por fin, nuestro periplo marroquí. Llenamos el depósito de gasóleo y rumbo a Imlil, punto de partida para las ascensiones al Toubkal, techo del Atlas.


Monticola solitarius (roquero solitario), Valle de Asni.

Nuestro planteamiento era sencillo, desayunar en nuestros alojamientos, movernos todo el día disfrutando de los paisajes y la naturaleza, comer en el campo cualquier cosa que llevásemos y así aprovechar al máximo las horas de luz, y cenar en el alojamiento de turno o en algún restaurante local. Así que nuestra primera parada fue en Tahnaout, en una frutería donde nos proveímos de una buena cantidad de alimentos y garrafas de agua. 


Oenanthe leucura (collalba negra), Valle de Asni.

También fue donde empezamos a disfrutar de la avifauna local, asomados a un mirador sobre el valle pudimos observar nuestros primeros bulbules naranjeros, un roquero solitario y una pareja de cigüeñas que se saludaban muy amorosamente.


Oenanthe leucura (collalba negra), Valle de Asni.

A partir de allí ya empezamos a parar en cualquier recodo del camino en el que intuíamos la posible presencia de fauna, lavanderas blancas y cascadeñas en el lecho de un río, un cetia ruiseñor que cantaba a pleno pulmón escondido entre los arbustos de la orilla...


Fringilia coelebs africana (pinzón vulgar africano), Valle de Asni.

La carretera, con una circulación bastante ordenada y respetuosa, nos adentraba poco a poco en el hermoso y tranquilo valle de Asni con sus terrazas sembradas de caquis y sus hermosas huertas rebosantes de las más diversas hortalizas, un lugar de lo más propicio para perderse en él a la busqueda de bichos.


Fringilia coelebs africana (pinzón vulgar africano), Valle de Asni.

Resultaba sorprendente y muy gratificante ver a los niños pequeños andar solos por los caminos en dirección al colegio, alegres y sonrientes, jugando sin la vigilancia de ningún adulto. 


Atlantoxerus getulus (ardilla moruna), Valle de Asni.

Así decidimos adentrarnos por un pista que daba la sensación de atravesar la vega del valle, disfrutando de los encuentros que en cada curva teníamos con los diversos pajarillos, aunque más allá de los bulbules no acabábamos de encontrar ninguna otra especie nueva para nosotras.


Atlantoxerus getulus (ardilla moruna), Valle de Asni.

Pero habíamos acertado, este caminillo entre los cultivos nos fue proporcionando la posibilidad de realizar las mejores fotos y avistamientos de la jornada con hasta tres primicias para nosotras, los pinzones vulgares africanos, las preciosas y peligrosas ardillas morunas y, por fin...



Phoenicurus mousieri (colirrojo diademado), Valle de Asni.

... uno de los bimbos que más ganas tenía de disfrutar en este viaje, el precioso colirrojo diademado, aunque apenas pudimos verlo más allá de tres segundos sin conseguir más que una foto bastante mediocre.

La jornada había resultado intensa y muy gratificante, ya solo quedaba localizar nuestro alojamiento y disfrutar de la gastronomía local, y a fe que lo hicimos en el Toubkal Ecolodge, un espacio muy recomendable por sus acogedoras y espectaculares habitaciones con un precio más que razonable, y su deliciosa y abundante cocina, aunque en este caso con un coste casi europeo. 

Un lugar precioso con un entorno impresionante, en el que pudimos observar en la lejanía las primeras chovas piquirrojas y un espectacular alimoche. Sin lugar dudas un espacio al que volver.

Si deseas ver más fotografías de este día, ya sabes, pulsa aquí.

En este mapa, con los iconos color granate, encontrarás las ubicaciones de los avistamientos de esta jornada.


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