A las siete de la mañana salíamos de València, sin prisas, hacia Teruel. Charlita amena, música clásica y ante nosotros toda una jornada ornitológica.
Tras pasar Teruel dejamos la autovía y tomamos la nacional, hay que disfrutar de las enormes posibilidades que ofrece una carretera desierta flanqueada por un sin fin de postes de madera; como no podía ser de otro modo no se hizo esperar el posado de un precioso ejemplar de cernícalo vulgar que, por recién despartado o por el frío que hacía, no se movió de su poste ni después de que nos marchásemos de allí.
Y tras la primera sesión, apenas pasado Caminreal, empezamos a encontrarnos con las damas grises...
En nuestro deambular por los alrededores de la Laguna en busca de los distintos grupos de grullas
fuimos encontrándonos con enormes bandadas de gorriones molineros y aláudidos que, apenas intuían nuestra cercanía, huían despavoridos a camuflarse en los sembrados, aunque para dar testimonio de ello quedó este rezagado gorrión molinero.
El amigo Ximo andaba con ganas de mochuelo europeo, y menos mal que encontramos a este hermoso ejemplar por qué, por momentos, me vi posando sobre un montón de rocas intentando rotar mi cabezón para dejarlo contento.
Cuando estábamos acercándonos a la laguna de Guialguerrero, sobre un montón de piedras, saltó una de las inesperadas sorpresas del día; una pareja de águilas reales que, apenas intuyeron que íbamos a detenernos, decidieron abrir las alas y desplazarse a un lugar más tranquilo.
El frío era intenso pero no esperábamos llegar a Guialguerrero y encontrárnosla completamente congelada, lista para el "patonaje" artístico...
A priori, cuando se va a Gallocanta, las grullas son el plato fuerte de la jornada pero a veces,
cuando te encuentras ante tamaño espectáculo,
¿seguro que las damas grises son las auténticas estrellas del día?
Rondando el festín de los buitres leonados, esperando su oportunidad,
se encontraban algunos milanos reales que, en su espera,
nos procuraron algunos momentos de disfrute observando su majestuoso porte y su magnífico colorido.
La visita a la Laguna de Gallocanta siempre acaba ofreciéndonos mucho más de lo que inicialmente esperamos.
Entre otras cosas el reencuentro con el amigo Javi de Allucant y, por supuesto, grullas, muchas grullas.
nos procuraron algunos momentos de disfrute observando su majestuoso porte y su magnífico colorido.
La visita a la Laguna de Gallocanta siempre acaba ofreciéndonos mucho más de lo que inicialmente esperamos.
Entre otras cosas el reencuentro con el amigo Javi de Allucant y, por supuesto, grullas, muchas grullas.
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