La verdad es que ha sido una semana intensa, mucho. Tras el tremendo subidón del pasado martes, cuando pude "retratar" a don Rascón, la existencia se me ha complicado notablemente, cuestiones laborales fundamentalmente, no habiendo encontrado apenas un momento para trasladaros las distintas y breves salidas que he podido realizar a lo largo de estos días.
Así que aprovecharé la ocasión para compartir lo más relevante de esas pequeñas inmersiones en nuestra naturaleza.
Con la emoción de haber disfrutado del rascón europeo olvidé encontrar un hueco para hacerle los honores a esa preciosa especie que se tiene que enfrentar temporada tras temporada a las escopetas de quienes se definen como amantes de la naturaleza, la perdiz roja, con la que me tropecé en varias ocasiones en el trayecto entre los dominios de la collalba negra y la charca de la agachadizas.
Ya no tuve oportunidad de volver a salir hasta el sábado por la tarde, por la mañana anduve en la manifestación de las Marchas de la Dignidad reivindicando unas pensiones justas, un rato por el Marjal de Almenara en el que anduve especialmente entretenido con los carboneros comunes,
aunque también pasó a saludarme de forma fugaz un hermoso ejemplar de curruca cabecinegra.
Las cigüeñuelas comunes se dejan ver cada vez más y muy pronto serán las protagonistas del humedal
relegando a los hoy hegemónicos, por su número, moritos comunes.
El domingo, cumpleaños de mi suegro, disfruté con Eva de un agradable paseo por el Marjal dels Moros, el almuerzo con los compañeros de la Plataforma Republicana nos retrasó bastante, por lo que era más que probable que nos resultase complicado el poder observar la fauna del humedal. A pesar del buen número de paseantes con el que nos encontramos tuvimos oportunidad de disfrutar con relativa proximidad de algún ánade azulón,
de los numerosos cucharas comunes
y ya más lejano y esquivo, del cernícalo vulgar.
Aunque el objetivo principal del paseo era el poder disfrutar, con una luz adecuada, de las cercetas comunes.
Mientras tanto los cormoranes grandes no dejaban de pasar de un lado a otro.
El lunes, tras atender debidamente mis cuestiones profesionales en Albacete, realicé una brevísima incursión por una de mis zonas de campeo habituales, el entorno de la Laguna de Pétrola, donde me esperaban, en el rincón de los limícolas, los recién llegados chorlitejos chicos.
Un centenar de metros más allá, cernido sobre el carrizal, un precioso aguilucho lagunero occidental me regaló amablemente un par de instantáneas.
El número de flamencos comunes ha aumentado notablemente en la zona, pudiendo encontrar preciosos ejemplares en muchas de las innumerable lagunas que jalonan estos territorios.
Del mismo modo los grupos de avutardas comunes son cada vez más y más numerosos, habiendo podido contar hasta cuatro grupos sumando entre todos más de sesenta ejemplares.
Todo un espectáculo de vida que tuvo, a falta de que me lo confirméis, la guinda del primer cernícalo primilla de la temporada y...
¿los últimos chorlitos dorados del invierno?
¿Se puede pedir más a un paseo de no llega a dos horas?
En fin, a trancas y barrancas, en los huequitos que deja una agenda apretada, seguiré intentando compartir las enormes satisfacciones que me procuran mis breves escapadas a la Natura.
martes, 28 de febrero de 2017
martes, 21 de febrero de 2017
Unas se van, otros se muestran. Por fin el rascón europeo.
Hoy tenía muchas ganas de conseguir fotografiar a una especie que aun no había podido hacer dignamente, la collalba negra.
Cuando he llegado al lugar donde las localicé hace unas semanas he podido comprobar que aun seguían por allí, con la alegría y la satisfacción de pensar que la parte más complicada de mi propósito ya se había conseguido me he escondido a esperar a que se fueran aproximando; diez minutos..., media hora..., una hora..., una hora y cuarto... y, lejos de acercarse, cada vez se encontraban más alejadas.
Decepcionado he recogido mis bártulos para ir a reconfortarme disfrutando de las tímidas y escurridizas agachadizas comunes y chicas. Hacía dos semanas que no pasaba a saludarlas y cabía la posibilidad de que ya hubiesen tomado las de Villadiego acercándose como está la primavera y, efectivamente, a las agachadizas chicas no las he podido localizar aunque si quedaban por allí más de una docena de agachadizas comunes.
Compartiendo la charca con ellas andaba, arroyo arriba y abajo, un, efectivamente, andarríos bastardo, que me ha deleitado con donosura entre posado y bocado.
Pero la sorpresa estaba por saltar, mientras escrutaba con los prismáticos toda la charca en busca de las agachadizas chicas, de repente algo recorrido los tres metros escasos entre las dos matas de carrizo y, al entrar en la que estaba más próxima a mi, el crujido de la paja a su paso ha llamado mi atención. Sorprendentemente ha asomado su rojísimo pico entre las matas y...
El subidón de adrenalina ha sido tremendo, la alegría, la satisfacción y el placer de haber podido disfrutar de tan escurridizo y hermoso, hermosísimo, animal. ¡Ufff! La sonrisa me llega de oreja a oreja y no creo que se marche en unos cuantos días.
Mañana, en facebook, encontrarás toda la serie, 29 fotos del rascón europeo.
Cuando he llegado al lugar donde las localicé hace unas semanas he podido comprobar que aun seguían por allí, con la alegría y la satisfacción de pensar que la parte más complicada de mi propósito ya se había conseguido me he escondido a esperar a que se fueran aproximando; diez minutos..., media hora..., una hora..., una hora y cuarto... y, lejos de acercarse, cada vez se encontraban más alejadas.
Decepcionado he recogido mis bártulos para ir a reconfortarme disfrutando de las tímidas y escurridizas agachadizas comunes y chicas. Hacía dos semanas que no pasaba a saludarlas y cabía la posibilidad de que ya hubiesen tomado las de Villadiego acercándose como está la primavera y, efectivamente, a las agachadizas chicas no las he podido localizar aunque si quedaban por allí más de una docena de agachadizas comunes.
Compartiendo la charca con ellas andaba, arroyo arriba y abajo, un, efectivamente, andarríos bastardo, que me ha deleitado con donosura entre posado y bocado.
Pero la sorpresa estaba por saltar, mientras escrutaba con los prismáticos toda la charca en busca de las agachadizas chicas, de repente algo recorrido los tres metros escasos entre las dos matas de carrizo y, al entrar en la que estaba más próxima a mi, el crujido de la paja a su paso ha llamado mi atención. Sorprendentemente ha asomado su rojísimo pico entre las matas y...
¡ha salido de entre ellas y se ha plantado en medio del claro!
El escurridizo rascón europeo.
El subidón de adrenalina ha sido tremendo, la alegría, la satisfacción y el placer de haber podido disfrutar de tan escurridizo y hermoso, hermosísimo, animal. ¡Ufff! La sonrisa me llega de oreja a oreja y no creo que se marche en unos cuantos días.
Mañana, en facebook, encontrarás toda la serie, 29 fotos del rascón europeo.
Martín pescador, el modelo fugaz del humedal
Parece que don Martín tenía ganas de lucir palmito y, cosa extraña en el, estuvo posado en el mismo lugar durante un buen rato, y cuando cambiaba de emplazamiento lo hacía por los más inmediatos alrededores.
Así pude recrearme con su luminosa belleza teniendo la suerte de poder compartirla con todas las personas que por aquí recaláis.
Espero que disfrutéis tanto como yo.
Así pude recrearme con su luminosa belleza teniendo la suerte de poder compartirla con todas las personas que por aquí recaláis.
Espero que disfrutéis tanto como yo.
lunes, 20 de febrero de 2017
Martín pescador (anticipo), Marjal d'Almenara. 20 de febrero de 2017.
Entre el trabajo y mis obligaciones institucionales he tenido ocasión de pasarme por el territorio del martín pescador y, afortunadamente, he podido localizarlo para certificar que es una de las aves con mayor "glamour" que conozco...
¿O acaso no resulta "glamuroso" que hasta las egagrópilas sean a juego con su librea?
Cuando repase toda la serie colgaré el resultado de la selección, espero que alguna esté a la altura estética de nuestro hermoso individuo.
¿O acaso no resulta "glamuroso" que hasta las egagrópilas sean a juego con su librea?
Cuando repase toda la serie colgaré el resultado de la selección, espero que alguna esté a la altura estética de nuestro hermoso individuo.
Egagrópila de martín pescador. |
lunes, 13 de febrero de 2017
Si hay que ir a Gallocanta otra vez, se va. 12 de febrero de 2017.
Mientras andaba pajareando con Chema por Almenara sonó el teléfono, era Benja, un muy buen amigo y mejor persona, que llamaba con ganas de salir el domingo a dar una vuelta por el campo, pero que si era a Gallocanta mejor.
Inmersos como estábamos en descubrir al rascón europeo le dije, con voz muy queda, que en un rato le llamaría. Al final el rascón apareció, mejor dicho, los rascones, por que fueron dos de forma alternativa.
Así que, el sábado con Chema por Almenara y el domingo con Eva y Benja a Gallocanta.
Sin mucho madrugar y sin prisas nos fuimos acercando hacia nuestro destino. Muy cubierto durante todo el viaje, e incluso lloviendo en algunos tramos, llegamos a la comarca del Jiloca con la mayor claridad de todo el trayecto, aunque la luz seguía siendo relativamente escasa.
Al llegar a Calamocha, viendo como jugueteaba por encima de los tejados un milano real, no tuvimos más remedio que apartarnos de la calzada y detenernos a contemplar tan fantástico espectáculo.
Que gustazo, lástima de luz y de tranquilidad para configurar la cámara de forma más adecuada (cosa que no llegué a hacer en todo el día).
Gallocanta y las grullas están profundamente unidas y Benja tenía unas ganas enormes de conseguir imágenes de más calidad que las que había obtenido hasta el momento de las damas grises.
Cuando llegamos a la laguna de Torralba de los Sisones su entusiasmo rozó el paroxismo, un gran número de grullas se habían congregado en torno a este punto de agua dulce para saciar su sed.
El viento, por momentos, soplaba con fuerza y nuestras amigas no mostraban ninguna inquietud por nuestra lejana, por el momento, presencia. Impulsadas por su necesidad de abrigo en lugar de alejarse, poco a poco, iban aproximándose a nuestra posición buscando el parapeto que les proporcionaban los arbustos.
Así fueron aceptando nuestra presencia sin llegar a levantar el vuelo, si bien es cierto que nunca llegamos a movernos ni a acercarnos tanto como para que se sintieran inquietas.
Ellas concentradas en sus quehaceres cotidianos, aseo y alimentación básicamente, y nosotras a la expectativa de vislumbrar los primeros escarceos amorosos que no llegamos a ver. No obstante pudimos disfrutar con algunos posados interesantes
y con hermosas estampas típicas de este peculiar espacio.
Pero en el entorno de la Laguna de Galloganta también resulta habitual disfrutar de la presencia de los impresionantes buitres leonados, que pueden a llegar a pasarnos muy, pero que muy cerquita.
En este caso pudimos disfrutar un buen rato de sus evoluciones contra el viento y, muy excepcionalmente, de cara a nosotras ¡Un auténtico lujazo!
Y es que el viento estaba marcando la jornada, casi todos los animales que íbamos viendo estaban condicionados por él, ya fuese en vuelo como nuestro buen amigo el buitre, ya fuera en sus posaderos protegiéndose de su rigor y fuerza como estos escribanos trigueros.
Los mochuelos europeos, que normalmente siempre se encuentran en la parte más elevada del relieve, andaban encogidos al resguardo entre las piedras.
Ya a la vuelta pretendíamos "alucinar", como en mi anterior viaje con Chema, con el tremendo espectáculo del dormidero de los milanos reales, hasta ciento veinte llegamos a contar en su día, pero en está ocasión tuvimos que conformarnos con el recuerdo de las imágenes que habíamos obtenido por la mañana.
Un día intenso en el que, después de mucho tiempo, volvimos a compartir con nuestro viejo amigo Benja el placer de vagar sin prisas por nuestra exuberante naturaleza.
Inmersos como estábamos en descubrir al rascón europeo le dije, con voz muy queda, que en un rato le llamaría. Al final el rascón apareció, mejor dicho, los rascones, por que fueron dos de forma alternativa.
Así que, el sábado con Chema por Almenara y el domingo con Eva y Benja a Gallocanta.
Sin mucho madrugar y sin prisas nos fuimos acercando hacia nuestro destino. Muy cubierto durante todo el viaje, e incluso lloviendo en algunos tramos, llegamos a la comarca del Jiloca con la mayor claridad de todo el trayecto, aunque la luz seguía siendo relativamente escasa.
Al llegar a Calamocha, viendo como jugueteaba por encima de los tejados un milano real, no tuvimos más remedio que apartarnos de la calzada y detenernos a contemplar tan fantástico espectáculo.
Que gustazo, lástima de luz y de tranquilidad para configurar la cámara de forma más adecuada (cosa que no llegué a hacer en todo el día).
Gallocanta y las grullas están profundamente unidas y Benja tenía unas ganas enormes de conseguir imágenes de más calidad que las que había obtenido hasta el momento de las damas grises.
Cuando llegamos a la laguna de Torralba de los Sisones su entusiasmo rozó el paroxismo, un gran número de grullas se habían congregado en torno a este punto de agua dulce para saciar su sed.
El viento, por momentos, soplaba con fuerza y nuestras amigas no mostraban ninguna inquietud por nuestra lejana, por el momento, presencia. Impulsadas por su necesidad de abrigo en lugar de alejarse, poco a poco, iban aproximándose a nuestra posición buscando el parapeto que les proporcionaban los arbustos.
Así fueron aceptando nuestra presencia sin llegar a levantar el vuelo, si bien es cierto que nunca llegamos a movernos ni a acercarnos tanto como para que se sintieran inquietas.
Ellas concentradas en sus quehaceres cotidianos, aseo y alimentación básicamente, y nosotras a la expectativa de vislumbrar los primeros escarceos amorosos que no llegamos a ver. No obstante pudimos disfrutar con algunos posados interesantes
y con hermosas estampas típicas de este peculiar espacio.
Pero en el entorno de la Laguna de Galloganta también resulta habitual disfrutar de la presencia de los impresionantes buitres leonados, que pueden a llegar a pasarnos muy, pero que muy cerquita.
En este caso pudimos disfrutar un buen rato de sus evoluciones contra el viento y, muy excepcionalmente, de cara a nosotras ¡Un auténtico lujazo!
Y es que el viento estaba marcando la jornada, casi todos los animales que íbamos viendo estaban condicionados por él, ya fuese en vuelo como nuestro buen amigo el buitre, ya fuera en sus posaderos protegiéndose de su rigor y fuerza como estos escribanos trigueros.
Los mochuelos europeos, que normalmente siempre se encuentran en la parte más elevada del relieve, andaban encogidos al resguardo entre las piedras.
Ya a la vuelta pretendíamos "alucinar", como en mi anterior viaje con Chema, con el tremendo espectáculo del dormidero de los milanos reales, hasta ciento veinte llegamos a contar en su día, pero en está ocasión tuvimos que conformarnos con el recuerdo de las imágenes que habíamos obtenido por la mañana.
Un día intenso en el que, después de mucho tiempo, volvimos a compartir con nuestro viejo amigo Benja el placer de vagar sin prisas por nuestra exuberante naturaleza.
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