domingo, 12 de marzo de 2017

Con amigos por La Mancha de Montearagón (I)

¡Vaya dos días intensos que he podido disfrutar pajareando por La Mancha de Montearagón!

El viernes, al acabar con mis obligaciones laborales por la ciudad de Albacete, me encaminé hacia Hoya Gonzalo con la ilusión de poder localizar las gangas ibéricas que el buen amigo Manolo me había indicado a través de una reseña por el móvil. No hay nada mejor que un buen amigo. Llegar y alucinar.



Justo en el lugar exacto donde me había indicado... las asombrosas gangas ibéricas. De hecho me di cuenta de que había llegado al punto indicado porque esas preciosidades se encontraban en la orilla del camino y, con el paso lento de mi vehículo, habían iniciado su lenta, discreta y sigilosa marcha. Para no levantarlas decidí no frenar y alejarme un centenar de metros para dar la vuelta y preparar la cámara.

Ellas, sin prisa pero sin pausa, habían puesto tierra de por medio sin, como yo había intentado, levantar el vuelo.


Las fotos no son excepcionales pero yo disfruté treméndamente haciéndolas y contemplando a esta hermosa esteparia tan nuestra.

Ya podía irme tranquilamente a casa, el máximo objetivo de la jornada estaba holgadamente conseguido, pero, evidentemente, encontrándome en un lugar tan extraordinario, con buena luz y una dosis de optimismo tan desbordante, decidí seguir disfrutando de las tres horas que tenía por delante.

Apenas me alejé de las gangas encontré a otras amigas a las que nos les gusta demasiado ser descubiertas, las calandrias comunes que, con alguna que otra dificultad, me permitieron obtener alguna imagen suya.



Seguí mi paseo por los campos de Hoya Gonzalo en dirección a Villar de Chinchilla y ya muy cerca de esta localidad un escribano triguero me ofreció sus dos perfiles para que yo decidiese cual de ellos era el "bueno". Os traslado el encargo.




Yo creo que no tiene ninguno de los dos perfiles malo. 

Tras atender la propuesta del triguero me acerqué a la charca de las agachadizas aunque, cosas de la migración, mis amigas ya no estaban por allí sin embargo, para mi disfrute, un rascón se asomó entre el carrizo para darme fugazmente las buenas tardes. 

Más allá, hurgando en la vegetación, los jilgueros me regalaron la vista con su llamativo colorido a pesar de la distancia.



Los que me da la sensación de que nunca se marcharán del entorno de esta charca son los conejos comunes que se encuentran a sus anchas, como así lo demuestra la gran cantidad que siempre se puede ver.



Saliendo del pueblo, sobre la misma carretera, las tórtolas turcas no dudaron en posar luciendo su sobria belleza.



Como Chema me había comentado su intención de venir a esta zona al día siguiente, y yo todavía no tenía muy claro si iba a poder acompañarle, quise hacer un recorrido amplio para trasladarle todo aquello que viese con la finalidad de facilitarle la visita.

Pétrola se encuentra muy cerca de Villar de Chinchilla y su potencial ornitológico es tremendo por lo que ese fue mi siguiente destino. Lo primero fue acercarme al rinconcito de los limícolas, ese pequeño espacio en el que siempre encuentro varias especies para observar y que, como no podía ser de otro modo, me proporcionó la posibilidad de obtener algunas imágenes con relativa cercanía como la de esta paloma bravía,



o la de este bisbita alpino,



o la de este chorlitejo chico,



o la de este archibebe común,



o la de este precioso ejemplar de combatiente.



El resto de la tarde anduve paseando por la zona localizando los bandos de avutardas para indicárselos a los compañeros que se iban a desplazar al día siguiente. 

Ya de vuelta, tras una serie de llamadas telefónicas, confirmé que yo también sería de la partida y, a pesar del tremendo madrugón, disfrutaría de una extraordinaria jornada ornitológica con buenos amigos. Pero esto ya os lo contaré otro día...


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